domingo, 6 de marzo de 2011

Conocer es recordar; 1 de Noviembre de 2010, oo:50 - o1:42;

Te quiero. No hay duda de eso. Por como eres, por tu confianza, por lo que me inspiras, por tus virtudes, pero también por tus defectos.
Te conocí el 22 de Enero de 2010, tras mucho esperarte durante toda mi vida. Justo al día siguiente nos despedimos, pero eso no te impidió conocerme mucho más. Comprendí cuanto te importaba poco después del viaje. Quizás porque me buscaste ente cientos de personas hasta encontrarme. Quizás por ser la ínica persona que me felicitó San Valentín. 
Recuerdo perfectamente las fechas que antecedieron la situación en la que estamos ahora. Recuerdo mayo por ser el mes en que me demostraste realmente lo que sentías, no de forma directa, pero tranquilo, ahora lo sé todo. Recuerdo la frase: " No saben lo especial que eres". Me acuerdo de Junio y Julio, pero mejor me los salto, que no son de mis preferidos, aunque debo decir que gracias a ellos me di cuenta de todo lo que sentía, de todo el cariño que te debía y de todo el tiempo que había perdido sin ti. Agosto, la cosa va cambiando, ¿eh?. Septiembre, con esos quiero y no puedo, con las típicas regañinas tontas, que sabes que me ponían histérica. Recuerdo Octubre, con cada parte de mi cuerpo. El mes dedicado a ti, repleto de fechas importantes para mí. Después de nueve meses el 9 de Octubre te volví a ver, en plena plaza del Sol. Estaba tan nerviosa, tan impaciente por lo que dijeras, por lo que pudiera pasar... El inolvidable día 12, tan significativo para mí que lo apunté en mi cabeza como el día en que te mostré cuanto te quería y de lo que era capaz de hacer solo por ti, el día que se paró el reloj del tiempo perdido sin ti. Y el día 16. Te agradezco que vinieses a Pinto, sobre todo por impedir el no verte otra semana más. 
Y ahora, Noviembre, pleno 1 de Noviembre, y no sabes la de ideas que me rondan la cabeza. Son de todo tipo: buenas, malas y regulares. He pensado que estás demasiado ocupado y sé como te pones en época de exámenes. Sin embargo el ver que no me llames, que me contestes a los privados con un "Ay, Bells" y que no te preocupes en saber de mí, me duele. Me asusta tan solo la idea de perderte, por lo que cualquier indicio que vea de ello, me hace estar alerta y a la vez preparada para afrontar lo que pueda pasar. Siempre hemos sido como una montaña rusa: o muy arriba o totalmente abajo. De los momentos más inolvidables a los periodos de tiempo en que no te interesa nadie y me dejas tocada y hundida. Como ahora. Te he dado mucho sin recibir nada a cambio. Y no te ofensas con ese nada, me has demostrado sí, pero no puedes negarme que yo lo he hecho mucho más. Y sí, te quiero por tus defectos, los cuales odio con todas mis ganas. En especial tu orgullo, tu maldito orgullo. Conmigo no deberías usarlo y sin embargo, todos esos momentos "tocada y hundida" se deben, en parte, a él.
Esta tarde he llegado a pensar en dejar lo que tuviésemos, lo que nos une y librarme así de esta jodida montaña rusa. Pensándolo así todo sería mejor, no lloraría por cada cosa que me recordara a ti, por cada día juntos y no reiría a carcajadas por cada frase y cada momento. Pero... si me fuese, mejor dicho, si te apartase de mí, ¿qué haría?. No me puedo imaginar esa pregunta, me aterra. Lo mejor será el tiempo, ( maldita palabra, recuerdo tu: todo sale mejor si se va poco a poco, ¡F**K, con ella no fuiste poco a poco [...] ) tiempo para meditar y ver si la montaña rusa cambia de altura. Si pasan dos semanas y sigo "tocada y hundida", tomaré la decisión de bajarme, aún sabiendo que te echaré de menos y que pase lo que pase, serás tú entre todos, porque te quiero. No hay duda de eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario