lunes, 7 de febrero de 2011

Es como cuando hace mucho mucho frío y se te hielan las manos. Casi no notas nada, pierdes la sensibilidad. Pero cuando entras en calor... ¡uf!. Entonces queman y duele, duele y duele y se te hinchan y enrojecen y te duelen más. Hasta que se te acostumbran. Pues es algo así lo que a mí me sucedió, pero con el corazón.

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